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¡NO NECESITAMOS BANDERAS, NO RECONOCEMOS FRONTERAS!

Más allá de todas las diferencias culturales e históricas que se puedan evidenciar en los casos de conflictos territoriales entre el Estado chileno-argentino v/s los Mapuche e Israel v/s Palestina, sí se puede evidenciar una simple semejanza entre ambos casos, haciéndolos converger de una manera sumamente profunda. El siguiente texto tiene como objetivo demostrar dicha semejanza, la cual, tienen como principal base una acción conocida como terrorismo de Estado. Es decir, Estados que legitiman la violencia extrema a través de medios ilegítimos, para así, usufructuar de los pueblos y degradar la condición humana en son de sacar un máximo de beneficio, ya sea en torno al poder político o el económico.

Antes de comenzar se debe tener en cuenta que en ambos casos el conflicto principal de los Estados para con los pueblos es el territorio. El territorio es soberanía para los Estados, sin un territorio específicamente delimitado y soberano el Estado no puede existir, pues, en su caso, el territorio es propiedad privada. Ahora bien, para los pueblos no es así, el territorio para un pueblo no es propiedad privada de los Estados y su maquinaria capitalista (o nacional, o incluso patriótica), el territorio significa una cosmovisión propia, una identidad; una forma de civilización, por lo tanto, el territorio es una parte inherente a su cultural. Para los pueblos (los cuales son usados por los Estados como representación del poder popular) el territorio es más que soberanía, representa una manera de gobernarse a sí mismos, libres y sin oprimir a otros, ya que, un pueblo que no se puede gobernar así mismo no posee dignidad y mucho menos si oprime a su semejante. Entonces ¿qué es lo que sucede en estos dos casos tan alejados geográficamente pero aun así comunes? básicamente esto, la ambición de poder político y económico de los Estados ha recreado el uso de la violencia extrema sobre los pueblos que hay a su alrededor; legitimando la violencia para oprimirlos, y todo en son de una integración territorial conducida a través de la asimilación cultural y la conquista militar o paramilitar.

Pasemos a una pequeña comparación histórica. Si en ambos casos el problema surgió en el siglo XIX, los periodos de la consolidación del conflicto fueron distintos, como no podría ser de otra forma. En el caso de los Estados chileno-argentino v/s los Mapuche el conflicto se consolidó durante el mismo siglo XIX. En Chile con el periodo conocido como la Pacificación de la Araucanía (1860 – 1888) que tuvo como principal artífice al nefasto Coronel Cornelio Saavedra quien fue el que sembró la semilla de la criminalización del Mapuche como “terrorista”, y en Argentina con lo que se conoce como la Conquista del Desierto (1878 – 1884) donde el Estado ocupó la mayor parte de la Patagonia con el nefasto militar llamado Julio Argentino Roca usufructuando la mayor cantidad de tierras indígenas. De distinta manera, el conflicto Israel v/s Palestina se consolido sobre todo durante la segunda mitad del siglo XX y más aún en el siglo XXI. El pueblo judío, duramente oprimido en la segunda guerra mundial (1939 – 1945), fue desplazado al final de la guerra de la mayor parte de Europa. Instalados en Palestina (Jerusalén), que ellos reclamaban como la tierra prometida, crearon el Estado sionista (sin embargo, este, ya tenía prototipos en el siglo XIX) el cual pretendía hacer de Israel un país más grande de lo que se imaginaba. Durante fines del siglo XX y principios del silgo XXI el nefasto líder de Israel: Benjamín Netanyahuha, ha usado la violencia extrema contra Palestina para anexar territorios a Israel de forma ilegítima, degradando la condición humana de las personas y violado sus derechos más básicos, pero más preocupante aún, el Estado sionista y el pueblo judío que hay detrás, ha perdido su memoria histórica cometiendo las mismas atrocidades que ayer cometieron los nazis con su pueblo, pasando de ser oprimidos a ser opresores. No obstante, y a pesar de que en ambos casos existe un periodo de consolidación del conflicto distinto, el motivo de la consolidación del conflicto ha sido el mismo: la expansión territorial del Estado en son de algún beneficio de poder, tanto económico como político, empleando el terrorismo de Estado, es decir, el uso de la violencia extrema que legitima lo ilegitimo sobre los pueblos, para usufructuar de ellos.

En conclusión, se podría decir que el terrorismo de Estado en ambos casos ha causado estragos en los pueblos que han entrado en conflicto hasta el día de hoy, degradando su condición humana y sus derechos más básicos. Preguntamos: ¿las motivaciones de los Estados para formular estas campañas de terror contra las personas son las mismas motivaciones de los pueblos que debería representar? ¿Son los ciudadanos del Estado los que toman estas decisiones de degradar la vida de las personas, o son la jerarquía: la elite económica presidida por el Estado? entonces ¿de quién es la decisión de solucionar estos problemas históricos de conflictos territoriales, el Estado? Como anarquistas planteamos que el terrorismo de Estado, tanto de los Estados chileno-argentino contra los Mapuche; como los del Estado sionista de Israel contra palestina, deben terminar de una vez y por todas, pues, estas acciones degradan la condición humana de las personas, atentan contra su vida y denigra los principales valores de una vida digna. También, planteamos que estos conflictos son iniciados por los Estados y no por los pueblos, demostrando la tirano-democracia que se esconde bajo el imperio de la ley que tiene como principal agente activo al Estado, tanto en su aparato burocrático como en su aparato relacional. Como anarquistas planteamos el fin de las fronteras y los límites territoriales pues somos ciudadanos del mundo y cada uno de nosotros y nosotras tenemos algo que aporta a través de nuestro ser. Abajo el Estado y sus fronteras de alteridad.

¡Qué viva la anarquía: Amor, Solidaridad y Fraternidad!

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